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miércoles, 8 de junio de 2011

6) AGILIDAD Y 7) BILOCACIÓN

6) AGILIDAD  Y  7) BILOCACIÓN

6)      A g i l i d a d

1.      El hecho. —Consiste este fenómeno en la traslación corporal casi instantánea de un sitio a otro a veces remotísimo del primero. Se distingue de la bilocación en que no hay simultaneidad de presencia en ambos sitios, sino únicamente traslación de un sitio a otro abandonando por completo el primero.

2.      Casos históricos. —Se ha dado multitud de casos plenamente comprobados. Hay antecedentes en la misma Sagrada Escritura; v.gr., el caso del diácono Felipe, transportado súbitamente por el Espíritu de Dios y a la villa de Azoto después de haber instruido y bautizado, en la ruta de Jerusalén a Gaza, al eunuco de la reina etíope Candace (Act. 8,39-40). Es famoso también el caso de Abacuc, transportado por el ángel desde la Judea a Babilonia, para llevar alimentos a Daniel en el lago de los leones (Dan. 14,33-39).
         Entre los santos se han dado también muchos casos. Santa Teresa cuenta que en cierta ocasión se le apareció San Pedro de Alcántara—viviendo aún sobre la tierra—a pesar de que se encontraba a varias leguas de distancia (28). San Felipe Neri se apareció varias veces del mismo  modo viviendo aún en este mundo. Es muy notable también el caso de San Martín de Porres, del que se cuentan varios prodigios de este género.

3.      Explicación del fenómeno.—Es evidente que el fenómeno en sí escapa a las posibilidades actuales de la simple naturaleza. Acaso con el tiempo se encuentre la posibilidad natural de trasladarse de un sitio a otro con la velocidad de la electricidad o de la radio; pero, hoy por hoy, esto está muy lejos de poderse realizar.              
         El fenómeno, pues, tiene que ser sobrenatural o preternatural. Veamos lo que puede ocurrir en cada uno de los dos casos.          
a)       FENÓMENO PRETERNATURAL. —Ninguna dificultad hay en que este fenómeno sea realizado por una acción diabólica. El demonio conserva, después de su pecado, su naturaleza angélica con todo su poderío natural. Ahora bien, una de las cualidades de los espíritus puros es la de poderse trasladar de un sitio a otro con la velocidad del pensamiento. No hay inconveniente en que lleven consigo un cuerpo extraño al trasladarse de un sitio a otro.
         La única deferencia consistirá en que, llevando este cuerpo extraño, la traslación podrá ser rapidísima, pero no instantánea, ya que es absolutamente imprescindible para los cuerpos el paso sucesivo  por  todo  el  espacio  que  separa  el  punto  de  partida   (término a quo)  del  punto de llegada (término ad quem)—cosa que no es necesaria para los espíritus puros--, y esto no puede hacerse instantáneamente, como prueba Santo Tomás (29).

a)                   FENÓMENO SOBRENATURAL.—La explicación sobrenatural es la misma que acabamos de exponer, pero realizada por el ministerio de los ángeles buenos.  Si este fenómeno es posible a los demonios, a fortiori lo será a los ángeles buenos.

(27)  Cf. La misma Santa  Teresa parece ser de esta opinión.  Después de referir las increíbles penitencias de San Pedro de Alcántara relativas al ayuno y falta de sueño, termina diciendo: <Debía ser estando en oración, porque tenía grandes arrebatamientos e ímpetus de amor a Dios, de que una vez yo fui testigo> (Vida 27,17).
(28)  Cf. SANTA TERESA, Vida 27,19.
(29)  Cf. I,53,1-3; Suppl. 84,3.

Podríamos también explicar el fenómeno sobrenaturalmente sin necesidad de recurrir al ministerio de los ángeles. No parece—en efecto—que desde el punto de vista teológico exista dificultad alguna en que se les comunique a los santos, por cierta gracia y privilegio especial, una especie de anticipo de la agilidad, que constituye una de las dores o cualidades del cuerpo glorioso. En este caso, el mismo santo podría, sin más, utilizar este don para trasladarse rapidísimamente de un sitio a otro y atender a las necesidades de los prójimos. sta comunicación anticipada de la agilidad de los cuerpos gloriosos nos parece que habría de clasificarla entre las gracias gratis dadas de tipo francamente milagroso, no entre los epifenómenos producidos por simple redundancia de la sobrenaturalización sublime del alma; ya que está manifiestamente fuera del orden normal de la gracia santificante -al menos durante el estado de viadores-, se ordena de suyo al bien de los demás y han sido, finalmente, poquísimos los santos que han gozado de esta gracia. 

7)      La    Bilocación

         Vamos a estudiar ahora uno de los fenómenos más sorprendentes y maravillosos de la Mística y uno de los más difíciles de explicar:  la bilocación.

1.                                                                                                                                    El fenómeno y casos históricos.—La bilocación consiste en la presencia simultánea de una misma persona en dos  lugares diferentes.  Se han dado numerosos casos en la vida de la vida de los santos.  Los más notables se refieren al papa San Clemente, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Ludwina, San Francisco Javier, San Martín de Porres, San José de Cupertino, las Venerables María de Agreda e Inés de Langeac y San Alfonso de Ligorio. Por vía de ejemplo vamos a citar los casos de San José de Cupertino y de San Alfonso de Ligorio.
        1º       San José de Cupertino asistió a la muerte de su madre en su pueblo natal sin abandonar el convento de Asís donde residía a la sazón.  Estando ella a punto de expirar gritó con gran acento de dolor: <<¡Oh Fr. José, hijo mío, ya no te veré más!>>  Al instante apareció una gran luz que iluminó la habitación, y la moribunda, viendo a su hijo, gritó de nuevo llena de júbilo: <<¡Oh Fr. José, hijo mío!>> Pero al mismo tiempo el bienaventurado se encontraba en Asís y salía llorando de su celda, encaminándose a la Iglesia a orar. El Padre guardián le encontró y preguntó la causa de su llanto. Su respuesta fue: <<Mi pobre madre acaba de morir>>. La carta que llegó muy pronto confirmó la noticia, pero también se supo que el Santo había asistido personalmente a su madre moribunda. Todos estos hechos constan en el proceso de beatificación (30).
            2º      He aquí el caso de San Alfonso de Ligorio tal como se lee en el proceso de canonización (31).
            <<El 21 de septiembre de 1774, estando el venerable siervo de Dios en Arienzo, pequeña villa de su diócesis, cayó en una especie de desvanecimiento.  Sentado en su sillón, permaneció cerca de dos días en dulce y profundo sueño. Uno de sus criados quiso despertarle, pero su vicario general, D. Juan Nicolás de Rubino, ordenó que le dejaran reposar, aunque sin perderle de vista.  Despertándose por fin y llamando un poco con su campanilla, acudieron en seguida sus servidores. Viéndoles grandemente asombrados:--¿Qué es lo que pasa?, les preguntó.--¿Que qué pasa?, le respondieron ellos.--¡He aquí que hace dos días que no habéis hablado, ni comido, ni dado señal de vida! –Vosotros: dijo el siervo de Dios, me creía dormido, pero no sabéis que he ido a asistir al papa, que acaba de morir. Poco después llegaba la noticia del fallecimiento de Clemente XIV, ocurrida el 22 de Septiembre, a la una de la tarde; es decir, en el momento preciso en que el siervo de Dios había agitado la campanilla>>.

(30)  Cf. RIBET, o.c., t.2 c. 13 n. 11
(31)  Cf. Informativo, animadversiones et responsio supra virtutibus V:S:D: Alphonsi Mariae de Ligorio                                        
          (cit. por RIBET, o.c., t.2 c.13 n.14).

            El Santo, en efecto, fue visto en ambos sitios a la vez por multitud de testigos de cuya seriedad no es lícito dudar.
            Los hechos, pues, aparecen con todas las garantías de autenticidad que la crítica más severa puede exigir. El fenómeno es absolutamente cierto e indudable.

2.                                                                                                                                     Explicación del fenómeno.—Ningún otro fenómeno extraordinario de la Mística presenta tantas dificultades como éste para su explicación satisfactoria. Se han ensayado multitud de teorías, pero es preciso confesar que ninguna de ellas ha logrado producir la luz definitiva en torno a un problema lleno de oscuridad y de misterio.
         No podemos entrar—dados los límites de nuestra obra—en el examen y crítica de las diferentes teorías propuestas para explicar el fenómeno (32). Vamos a exponer únicamente la teoría que nos parece más aceptable, y que ha sido propuesta por los teólogos que siguen las directrices aristotélicotomistas.  Hela aquí en forma de conclusiones.

Conclusión 1.ª:  La bilocación a base de la presencia circunscriptiva y simultánea de un                                                                                                    mismo cuerpo en dos lugares distintos repugna absolutamente.

         En efecto: es doctrina clara y expresa de Santo Tomás que la presencia circunscriptiva o local (33) de un mismo cuerpo en dos lugares a la vez envuelve contradicción; y no puede realizarse, por lo mismo, ni de potencia absoluta de Dios. He aquí las palabras del Doctor Angélico:

                        <<Estar localmente algún cuerpo en algún lugar, no es otra cosa que ser circunscrito y abarcado por ese lugar según la medida de las propias dimensiones. Pero lo que está comprendido en algún lugar, de tal manera está en ese lugar que nada de él está fuera de ese lugar. De donde afirmar que está localmente en ese lugar y, no obstante, decir que está en otro lugar envuelve contradicción. De donde, en la forma indicada, esto no puede ser hecho ni por el mismo Dios (34).>>

         La razón alegada por el Angélico es clarísima y no tiene vuelta de hoja. Pero para mayor abundamiento he aquí algunos de los absurdos y contradicciones que se seguirían de la presencia circunscriptiva de un mismo cuerpo en dos lugares distintos.                        

        a)    La medida de ese único cuerpo equivaldría a la medida de dos cuerpos iguales a él.
            b)      Estaría  y no estaría a la vez todo entero en un mismo lugar.
            c)      Sería individuo y dividido a la vez.
            d)      Distaría de sí mismo.
            e)      Podría estar a la vez en dos posiciones distintas (arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda, sentado y de pie, etc.)

            Como todas estas cosas son evidentemente absurdas y contradictorias, hay que concluir con el Angélico que repugna absolutamente que un mismo cuerpo pueda estar localiter vel circunscriptive en dos lugares a la vez.

         OBJECIÓN.—Contra esta doctrina del Angélico Doctor suele oponerse la de otros autores de nota que no encuentran imposible la multiplicación circunscriptiva o local. Esta teoría, - - - - -

(32)  Algunas de ellas las expone RIBET en el lugar citado.
(33)  Sabido es que la presencia circunscriptiva o local es la que corresponde a las cosas extensas o corpóreas: <<Ex dictis patet ubi circumscriptivum rebus extensis seu corporibus tantum convenire>> (Cf. GREDT, o.c., t.1 n.195).
(34)  Quaest. Disput. T.5 quodlib. 3 q.1,2—Cf- I,67,2; et Contra Gentes 1.3 c.101 et 102.

sostenida por la mayoría de los filósofos franceses partidarios de la teoría leibniziana de la extensión y del espacio, compartida en España por Balmes (35), en Italia por Tongiorgi (36) y, entre los antiguos, por Suárez y Belarmino (37), afirma que no hay contradicción alguna en que un mismo cuerpo ocupe simultáneamente dos lugares por muy distantes que estén el uno del otro. Esto—dicen—será una cosa extranatural, dadas las condiciones actuales del espacio, pero no teniendo estas condiciones nada de absoluto ni de necesario, pueden ser cambiadas por una decisión libre del Creador, lo mismo que fueron establecidas y que perseveran por un acto libre de su voluntad. Para que la bilocación se produzca bastará que Dios levante la ley—libremente puesta y libremente mantenida—en virtud de la cual, para pasar de un sitio a otro, se deben atravesar los puntos intermedios que los separan. No se tendrá dificultad ninguna en entender esto si nos formamos una noción exacta de la presencia y de la distancia y si se reflexiona que un mismo ser puede ponerse en relación inmediata con muchos seres a la vez.  Un ser está presente en un sitio mientras está u obra en él sin ningún intermediario y está más o menos distante de él según que los intermediarios que los separan y los unen sean más o menos numerosos. Y que un mismo ser—ya sea material o espiritual—pueda establecer múltiples relaciones de presencia con varios seres, no ofrece dificultad alguna: el alma está simultáneamente presente en todas las partes de su cuerpo y el punto central de la circunferencia está presente en el primer punto de cada uno de sus radios. Si, pues la ley contingente de los intermediarios queda levantada, un ser podrá entrar simultáneamente en relación inmediata o de presencia con una multitud de puntos cualquiera que sea  la distancia entre ellos y sin que esta distancia sea suprimida. La presencia simultánea del alma en todas las partes del cuerpo no destruye la distancia que separa los pies de la cabeza o un brazo del otro; y la presencia multiplicada de Jesucristo en tantos tabernáculos y altares no impide que estos tabernáculos y altares estén muy distantes entre sí.
            CRÍTICA.—A pesar de la aparente claridad y de lo facilísimamente que se explicaría de este modo el fenómeno de la bilocación, no podemos suscribir en modo alguno esta teoría. La presencia simultánea de un mismo cuerpo en dos lugares distintos envuelve contradicción, digan
lo que quieran los partidarios de ella. No solamente por el argumento clarísimo del Angélico Doctor que hemos expuesto más arriba, sino por la misma flojedad de los argumentos y ejemplos alegados por sus defensores. Veámoslo.
            En primer lugar, parten del falso supuesto—defecto inicial de la escuela voluntarista—de que las leyes de la naturaleza fueron establecidas por la voluntad de Dios y no por su inteligencia, como afirma y aprueba la escuela tomista siguiendo las huellas del Angélico Doctor (38).  Es cierto que Dios puede alterar o derogar accidentalmente las leyes de la naturaleza, pero con tal de que esta derogación no envuelva contradicción. Lo contradictorio no puede ser hecho ni de potencia absoluta de Dios. Sencillamente porque son cosas absurdas, quiméricas, que no tiene ni pueden tener realidad alguna fuera de nuestra imaginación.
            No valen los ejemplos alegados para explicar la multilocación corporal.

      No el del alma presente en todas las partes del cuerpo, a quien informa, porque el alma no está presente en esas partes localiter vel circumscriptive, sino sólo definitive, como enseña la filosofía (39). Y esa presencia definitiva no puede equipararse a la circunscriptiva, que es la única que pueden tener los cuerpos, como enseñan también los filósofos  (40).  2º  No vale tampoco el ejemplo del punto central de la circunferencia presente en el primer punto de todos los radios de la misma, porque éste es un mero juego de palabras, ya que todos esos puntos no son en realidad sino un solo y mismo punto que coincide con el centro de la circunferencia.  No hay aquí multilocación ni nada que se le parezca. 

(35)  Cf. Filosofía Fundamental 1.3 c.33 n.259 (Obras, ed. BAC, T.2 P.401).
(36)  Cf. Inst. Philosoph. Cosmos. N.313 vol.2.
(37)  Cf. SUÁREZ, De  Euch. D.48 sect.4 n.5; S. BELARMINO, De Sacram. Eucharist. 1.3 c.3 t-3 p.662.
(38)  Cf. I,14,8: <<Utrum Dei sit causa rerum (cf. I,19-4
(39)  Cf. GREDT, o.c., t.1 n.312 y 531.
(40)  Cf. GREDT, o.c., t.1 n.195.—Cf. S. TH., III,76,4.


Es inválido también el ejemplo de Jesucristo en la Eucaristía, porque Cristo no está ni puede estar en la Eucaristía localiter, sino sólo sacramentaliter, con una ubicación especialísima que prescinde en absoluto de la extensión y del espacio. Está sencillamente <<secundum modum substantiae>> como explica Santo Tomás (41).    
         No valen, pues, ni los principios ni los ejemplos alegados por los partidarios de esta teoría.  Es forzoso rechazarla (42).

Conclusión 2.ª:  No pudiendo tener un mismo cuerpo una presencia real y circunscriptiva en dos lugares distintos, es forzoso que en uno de ellos no esté de esa manera representativa o aparentemente.

            Esta conclusión no es más que una consecuencia lógica y obligada de la anterior.  Si el cuerpo no puede estar realmente en los dos sitios, es forzoso que en uno de ellos lo esté tan sólo representativa o aparentemente, a menos de negar en absoluto la existencia del fenómeno bilocativo, que ha sido plenamente comprobado en multitud de casos cuya autenticidad no es lícito poner en duda.
         Ahora bien: ¿En qué consiste esa representación y cuáles son las causas que la producen?
Vamos a precisarlo en una nueva conclusión.

Conclusión 3.ª: Esa representación puede verificarse <<sobrenatural>>, <<preternatural>> y acaso también <<naturalmente>>.

         Que pueda verificarse por intervención divina—sobrenaturalmente—o por intervención diabólica--preternaturalmente--, no ofrece dificultad alguna.  Ya vimos más arriba que esta clase de representaciones, por condensación del aire o por otro procedimiento que ignoramos, no rebasa las fuerzas de la naturaleza angélica—buena o mala--, ni mucho menos la potencia infinita de Dios. La dificultad está en que esa representación pueda verificarse también naturalmente.
Pero vayamos por partes.
            Examinemos los casos posibles:
            1º       SOBRENATURALMENTE.—Los fenómenos de bilocación sobrenatural se verifican por una representación sensible hecha milagrosamente por Dios en uno de los términos de la bilocación.
         He aquí cómo explica esta teoría uno de los que han estudiado más a fondo el problema de la bilocación.
            <<La bilocación puede hacerse de dos maneras: puramente en espíritu o bien en cuerpo y alma.  Cuando se realiza únicamente en espíritu y va acompañada de aparición, la presencia de la persona es física en el punto de partida, o término <<a quos>>, y es puramente representativa allí donde la aparición tiene lugar, o sea donde el espíritu se representa visiblemente revestido de un cuerpo (término <<ad quem>>).
         Cuando la bilocación se hace en cuerpo y alma, la presencia de la persona es física allí donde el cuerpo y el alma se presentan y aparecen de una manera visible (término <<ad quem>>), y es representativa en el sitio que la persona abandona (término <<a quo>>).
         En el primer caso, el cuerpo que el espíritu toma para hacerse visible a lo lejos (término <<ad quem>>) representa a la persona que físicamente está en otra parte; el segundo caso, el cuerpo que parece permanecer en el término <<a quo>>, y que los circunstantes creen que no se ha movido para nada, no es más que una representación de la persona hecha por el ministerio de un ángel (o de otro modo desconocido por nosotros), mientras que la verdadera persona se ha trasladado en cuerpo y alma a la otra parte (término <<ad quem>>).

(41)  Cf. III,76,5.
(42)  Cf. GREDT, o.c., t.1 n.325-28.

            Esta doble presencia, representativa, de un lado y física, del otro, es esencial a la bilocación de cualquiera manera que ésta se verifique, sea en cuerpo y alma, sea puramente en espíritu, pero de manera visible. Es preciso también insistir en que esta doble presencia de que hablamos, la una física y la otra representativa, supone necesariamente para constituir verdadera bilocación, la traslación, o paso real de la persona de un lugar a otro, ya sea en cuerpo y alma, ya al menos en espíritu. Si este paso real no tiene lugar, si la persona permanece toda entera en el lugar donde se encuentra y si, sin este paso o traslación, aparece al mismo tiempo en otra parte, no se trata de una verdadera bilocación: no es más que una simple aparición sobrenatural que Dios obra, ignorándolo la persona misma, ya sea por el ministerio de un ángel, ya de otra manera desconocida>>.
            Esta es la explicación que a nosotros nos parece más aceptable del fenómeno de la bilocación.  Se nos dirá que con ella recurrimos al milagro.  Pero, si no hay ninguna otra manera razonable de explicar el fenómeno. ¿Qué le vamos a hacer? ¿Acaso todos estos fenómenos extraordinarios de la mística que venimos estudiando no están llenos de milagros? ¿Será lícito explicar esos otros fenómenos a base de una intervención sobrenatural de Dios, y no lo será tratándose de la bilocación, que es precisamente el más sorprendente y maravilloso?
            ¿Cómo se explica, pues, el fenómeno de la bilocación registrado en la vida de los santos?  Hay que decir que en realidad no existe tal bilocación circunscriptiva. El santo permanece localmente en un solo lugar, y en el otro se verifica una representación sobrenatural hecha por Dios, y conocida por el santo como referida a él mismo por un fenómeno de conocimiento sobrenatural.
            Ahora bien: Dónde se obra la representación? ¿Es en el lugar donde se produce la aparición o en el que la persona abandona para trasladarse corporalmente al otro lugar? Las dos cosas son posibles—en el segundo caso mediante una traslación corporal realizada por un fenómeno de agilidad sobrenatural, tal como lo hemos estudiado--; pero la sentencia más común es que la persona continúa en el lugar en que se encontraba, produciéndose a representación sobrenatural en el otro lugar. Esta era la opinión que tenía de sus propias bilocaciones  la  Venerable María  de  Agreda.  En relación  escrita  por  ella  misma se leen estas palabras: <<Lo que me parece más cierto con relación al modo es que un ángel aparecía allá bajo mi figura y predicaba y catequizaba a los indios; y que el Señor me mostraba aquí, en la oración, lo que pasaba allá>>(44).
            Esta es—repetimos—la teoría que tiene mayores visos de probabilidad.  Pero contra ella se han formulado objeciones que es menester examinar.  He aquí las principales expuestas con toda su fuerza:
         Primera objeción.--<<Esta teoría explica la bilocación negándola.  Porque, si el cuerpo realmente permanece tan sólo en uno de los dos extremos y en el otro no hay sino una representación del mismo,  ¿dónde está la bilocación?>>
         Respuesta.-Esta teoría no destruye la bilocación, sino que la explica en la única forma posible.  El objetante parte del supuesto de que para que exista verdadera bilocación es preciso que el cuerpo real esté en los dos lugares a la vez.  Ahora bien: en este sentido, claro está que la teoría propuesta destruye la bilocación. Porque esa bilocación real que supone la presencia circunscriptiva del cuerpo en los dos lugares a la vez es absolutamente imposible y contradictoria, como hemos demostrado más arriba, de acuerdo con el Angélico Doctor.  No cabe más bilocación que la puramente representativa en uno de los dos extremos. Y, esto no obstante, se trata de  verdadera bilocación—en el único sentido verdadero que puede tener esta palabra--, puesto que el sujeto de la misma tiene conciencia de que esta actuando en los dos sitios; no real y físicamente, puesto que esto es imposible, pero sí realmente en uno y representativamente en el otro de los dos lugares.  Cosa que no ocurre en un simple fenómeno de traslación, puesto que en éste sujeto tiene conciencia de que se traslada corporalmente al otro extremo, pero sin que quede huella ni rastro suyo en el término de partida que queda completamente vacío y abandonado tanto real como representativamente.

(44)  Cf. JOSÉ GIMÉNEZ SAMANIEGO, Vida De la Venerable María de Agreda c.12 Citado por Ribet, o.c., t.2 p.258

En el fenómeno bilocativo, en cambio, el sujeto paciente tiene perfecta conciencia de que se traslada corporalmente—si la bilocación se verifica en cuerpo y alma—al término ad quem, pero quedando a la vez una representación suya en el término a quo, que, por lo mismo, a los ojos de los circunstantes no queda abandonado, aunque lo quede realmente. O al revés: en el caso de que la bilocación se verifique sólo en espíritu, el sujeto tiene conciencia de que permanece realmente en el término ad que, obrando en su nombre y como si se tratara de sí mismo (45).

            Segunda objeción.--<<Cuando el fenómeno bilocativo se verifica por representación en el término ad quem, podría admitirse esa explicación como del todo necesaria para que se produzca el fenómeno, puesto que es ella—la representación—quien se mueve y actúa en ese término, mientras el cuerpo real permanece inactivo en el término a quo; pero cuando el fenómeno se realiza por verdadera traslación corporal al término ad quem, ¿qué hace esa representación inactiva en el término a quo?  ¿Qué necesidad hay de hacer intervenir a Dios para producir un milagro que sólo tiene por finalidad la de producir en los que lo contemplan la ilusión de que están en presencia del cuerpo real del bilocado, siendo así que en realidad no se trata sino de su mera representación?>>.

            Respuesta.—Muchas cosas se pueden contestar aquí. En primer lugar, no es cierto que esa representación en el término a quo esté siempre inactiva. Puede estarlo, y lo está de hecho, siempre que la bilocación se verifica estando el bilocado en éxtasis real o aparente; tanto es así, que el cuerpo representativo del bilocado aparece frecuentemente como sumido en un sueño  profundo y a veces casi muerto. Pero otras veces, en cambio, aparece el cuerpo representado en perfecta actividad en el término a quo. Si se trata de una persona religiosa, se la ve asistir al coro, rezar con los demás, moverse, etc., aunque puede advertirse claramente que no está en estado normal, que algo misterioso está pasando en aquel cuerpo que parece moverse como un autómata o semidormido. Pero, aun en los casos en los que el cuerpo representado está totalmente inactivo en el término ad quem, se explica perfectamente la razón de ser de esa representación inactiva. Es para lograr una finalidad importantísima, que puede presentar dos aspectos del todo distintos y opuestos:

            a)      Para ocultar el fenómeno a los demás.  Habrá casos en que no convenga que los demás se enteren de que el cuerpo real se ha trasladado físicamente a otra parte para realizar allí el efecto o efectos sobrenaturales que Dios quiera hacerles realizar. Por eso queda en el término a quo la representación del cuerpo trasladado, que hace pensar a los circunstantes en un éxtasis más de los muchos que han presenciado en el sujeto paciente. Esto nos parece que ocurrirá en la mayoría de los casos cuando el paciente sea una religiosa de clausura; de lo contrario, se producirá en el monasterio un movimiento de turbación y escándalo al encontrarse de pronto con que había desaparecido misteriosamente un miembro de la comunidad.
            b)       Pero puede también ocurrir lo contrario: es posible que entre los planes de Dios dar a conocer el fenómeno a todo el mundo para una mayor glorificación de su siervo o por otros fines de su sabiduría infinita. Y en este caso la representación en el término a quo tiene la misión de ofrecer a todos la prueba irrefutable del fenómeno. Porque, al comprobarse más tarde la presencia simultánea del paciente en los dos lugares—como ocurrió, v.gr., en los casos de San José de Cupertino y San Alfonso de Ligorio, que hemos citado más arriba--, aparece el fenómeno radiante e indiscutible a los ojos de todos. 
Queda, pues, perfectamente justificada esa representación sobrenatural de la persona bilocada en cualquiera de los dos casos posibles en que se la pueda considerar. 

(45De esta manera, como hemos visto, explicaba sus propias bilocaciones  la Venerable María de Jesús
          Agreda, en la que se verificaron muchos casos de bilocación plenamente comprobados.

         2º     PRETERNATURALMENTE.—El fenómeno bilocativo puede tener a veces, sin duda ninguna, un origen preternatural o diabólico. El demonio puede perfectamente—permitiéndolo Dios—encargarse de realizar la representación de la persona <<bilocada>> en uno de los términos de la bilocación. La explicación coincidirá con la de una simple aparición diabólica—por condensación y coloreamiento del aire o de otra forma cualquiera--, y la permisión divina no ofrecer mayor dificultad que en la de otra cualquiera aparición del espíritu de las tinieblas. El contexto o circunstancias que acompañan a esas bilocaciones será el único criterio diferencial para distinguirlas de las sobrenaturales, de acuerdo con las normas y reglas del discernimiento de los espíritus.

         Más difíciles de explicar—por no decir del todo imposibles en el estado actual de las ciencias experimentales—son los casos que se citan de bilocaciones al parecer puramente naturales. Digamos tan sólo unas palabras sobre ello.

         3º     NATURALMENTE.--¿Pueden las simples fuerzas de la naturaleza proyectar a lo lejos el fantasma del propio cuerpo y darle en el término ad quem consistencia ponderable, de manera que se le pueda ver y tocar por los que presencien el fenómeno? Tal es, nos parece, el verdadero enfoque del problema y ésa es la pregunta que habría que contestar para explicar la bilocación en la única forma posible a las simples fuerzas de la naturaleza. Porque, siendo del todo imposible y  contradictoria la verdadera bilocación  corporal o circunscriptiva, sólo a base de un fantasma emitido por el sujeto de la bilocación podría explicarse ésta naturalmente sin necesidad de recurrir a  lo sobrenatural o preternatural.

         Ahora bien: ¿Es posible a las fuerzas de la naturaleza la emisión del fantasma del propio organismo y su proyección al término ad quem?  ¿Cómo se verifica la emisión y proyección de ese fantasma de esa especie de <<doble>> de la persona que se va a bilocar?  ¿Cuál es su naturaleza íntima, sus elementos constitutivos? ¿En virtud de qué misterio puede llegar a condensarse, a materializarse, a reproducir la imagen de la persona; en una palabra: a convertirse en algo palpable y corpóreo lo que parecía ser puramente ideal, impalpable e incorpóreo?

            Entre el orden natural y preternatural hay una zona inmensa, misteriosa, mal definida y casi del todo desconocida: la zona de lo maravilloso, de lo supranormal, dentro del orden puramente natural. Comprende un número considerable de fenómenos raros, irregulares, de características extrañas y misteriosas, que se rigen por leyes que nosotros desconocemos todavía.  Estos fenómenos siguen, a veces, a una disposición natural hereditaria, a un desorden físico o moral, que viene a perturbar accidentalmente las leyes ordinarias de la materia o del espíritu, o a una causa extraña, que modifica las condiciones ordinarias de las relaciones entre el cuerpo y el alma.

            Ahora bien: teniendo en cuenta todo esto, volvemos a preguntar:  ¿es posible a la simple naturaleza la emisión y proyección de ese fantasma en las condiciones que acabamos de señalar? Creemos sinceramente que, a pesar del extraordinario desarrollo que han alcanzado en nuestros días las ciencias metapsíquicas, nadie puede contestar de una manera categórica y absoluta a esta pregunta.  De hecho, todas las explicaciones intentadas hasta  ahora no pasan simples hipótesis y tanteos en el misterio.  A nosotros nos parece preferible confesar llanamente nuestra impotencia para resolver esta cuestión.  Los pretendidos casos de bilocación puramente natural que se citan por los autores sólo puede explicarse, hoy por hoy, por una intervención preternatural o por un fenómeno de telepatía o de ilusión óptica.




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