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martes, 8 de enero de 2013

LOS EXORCISMOS DE MARTA, UNA VERDADERA ESCUELA PARA EXORCISTAS Y LIBERADORES DE ENTES MALIGNOS

LOS EXORCISMOS DE MARTA
EXORCISMOS REALES
Parte 4 de 6
MUNDO SOBRENATURAL
 

Exorcismo del 14 de junio 2003

Estábamos un sacerdote que se dedica a ayudar a los enfermos de sida de las monjas de la madre Teresa de Calcuta, la hermana de ese sacerdote y yo.

En la posesa estaban sólo Belcebú y Satán. En mitad del exorcismo tuve que marchar a Los Hueros a bautizar a cinco infantes. Pasar del exorcismo a los bautizos es un interesante contraste. Aunque el encanto del rito se rompió por los familiares cargados de cámaras que no dejaban de hablar sentados en sus confortables bancos. Recuerdo que no hacía más que pedir silencio, pero ellos seguían a lo suyo. Aquella iglesia llena de familiares que charlaban entre sí deseando que acabara cuanto antes el bautismo, era un espectáculo patético. No recuerdo cuantas veces tuve que pedir silencio. En un momento dado pensé que prefería el exorcismo, al menos el demonio te hace caso.

El bautizo acabó y volví a Zulema, regresé a las oraciones por la posesa. Al cabo de un rato le pregunté a Belcebú: ¿qué es lo que concretamente te hará salir?

Y el añadió: ¿Qué o quién? Su tono fue encantadoramente juguetón.

Era evidente que se refería a San MIguel, pero insistí en mis órdenes hasta que lo dijo. Tras invocarle durante un rato, añadió: comunión.

A los veinte minutos de la comunión salió.

Y después escribió:

Tranquilos, no entran

[pensaba la madre que la secta haría que entraran más]

Seguir rezando

comunión importante

[para que no entraran más]

sesión anterior

lección:

deben seguir los exorcismos

yo estoy con vosotros

no temáis ni os desaniméis al pensar concienciación lenta

todo llegará a su debido tiempo

es muy importante concienciación

[subrayado tres veces]

muchos demonios ocultos en personas que no lo saben.

Tener fe

Dios os escucha siempre

Soy San Miguel

tranquilos

no os preocupéis

Y al cabo de un rato de dar gracias a Dios, dimos por concluida la sesión. Es curioso que en un momento dado le pregunté yo si la secta sabía que nos reuníamos a esa hora para el exorcismo. Y dijo que no sabían nada.

26 de junio

Me llamó la madre por teléfono para decirme que en casa había escrito lo siguiente:

obsesión

ella no caso

no solución.

muerte

Se refería a que Pablo, el chico de la secta satánica, estaba obsesionado con ella, que no debía fijarse en él, pues si le hacía caso se complicaría extraordinariamente. También decía que él estaba tan decidido a seguir en el mal que no había solución. Y que por lo tanto le esperaba la muerte. Cosa que yo ya llevaba presintiendo desde hacía tiempo.

Cuando alguien está voluntariamente haciendo daño a alguien a través del satanismo y comienza a recibir muchas gracias espirituales de arrepentimiento, porque alguien reza por él. Si resiste a esas gracias abundantes y poderosas, Dios se lo lleva con él. Porque la vida sólo le servirá para aumentar su iniquidad. Por aquel chico que era la causa de la posesión, el invocador del demonio, la madre había rezado mucho, muchísimo, durante meses. Y él había rechazado todas las gracias. Yo, desde hacía meses, veía que si seguía diciendo que no a Dios, Él lo llamaría a su presencia. El demonio siguió escribiendo:

no salvación a los hijos de Satán

no salvación

libertad

él nunca feliz

no [se da] cuenta

No salvación a los hijos de satán.

Aviso [esta última palabra estaba metida en un recuadro doble]

los pactos hacen eso.

No [metido en un recuadro] salvación.

Tú no entender nada.

No Pablo almas perdidas

[eso lo dijo porque la madre comentó que Pablo sería como un alma perdida. Pero quedaba claro que no, que iba hacia la condenación]

La voluntad lo niega

[porque la madre antes había dicho que las almas perdidas no niegan a Dios]

Él lo odia.

La madre le preguntó al demonio que si la familia del chico de la secta satánica era creyente y que si estaba bautizado, confirmado o algo así. De palabra el demonio respondió que no. Después escribió:

Inocencia perdida, fealdad de espíritu

[le preguntó que si Pablo sólo tenía a Satán dentro]

Muchos

tonta, él malo.

Lo único rezar

Yo no quiero que nadie rece, quiero que la gente no crea en Dios. Quiero perder el máximo de almas posibles y llevarlos a la más completa desesperación y pena, a la destrucción. Los seduzco con falsas promesas que nunca cumplo para atraerlos a la oscuridad.

Hay gente que sin saberlo se va hundiendo poco a poco porque no me ven. No saben que detrás de "pequeños" vicios estoy yo

[la palabra pequeños la escribió entre comillas y yo dentro de un recuadro]

San Miguel me obliga a escribir porque ellos deben saber para poder defenderse y no caer en mis redes. Yo busco su perdición. La gente debe volver a Dios de forma intensa, rezar; hablar con Dios, pedirle lo que necesitan, Él os escucha siempre. Yo influencias fuertes para que la gente no crea. Les inculco no creencia, no moral, nada es pecado, todo está bien, les incito a la destrucción.

Los odio.

Ellos no se dan cuenta.

las cosas deben cambiar:

Tienen que saberlo: cuanto más se alejan de Dios más actúo yo,

soy Satán.

Reza por ella lo necesita mucho.

Tranquilas. Es pasajero, pasará.

Después de eso me dijo la madre que volvió en sí. Pero me decía que los días pasados habían sido horribles. Los demonios entraban y salían, abría los ojos como si fueran a salirse de sus órbitas, tenía risas maléficas, sacaba las uñas, quería agredirle, alguna vez le cogió del pelo. Pero había como una fuerza invisible que impedía que después le tirara del pelo aunque quisiera hacerlo. Había una orden de Dios que prohibía que le pudiera hacer daño de verdad.

Durante esos días, en uno de esos momentos de furia la madre se rió del demonio y entonces le gritó: ¿es que me has perdido el respeto? Yo después reflexionaba ante esa pregunta llena de odio: una madre indefensa frente a Satanás. Sí, no daba ningún miedo. A un cristiano, desde luego no.

SEGUNDA PARTE


28 de junio.

Hoy estaba presente un médico forense de Murcia. Había tres demonios: Perdición, Belcebú y Satán. El primer demonio salió al cabo de dos horas. No supe qué era lo que más le atormentaba. Al final salió mientras le decía al oído, en medio de horribles alaridos, que estaba en un lugar de salvación, que Dios era un Dios de salvación, y cosas de ese tenor.

5 de junio

Había dos demonios nuevos. El primero en salir fue Muerte, el último Castigo. Muerte había entrado esa misma mañana, durante la sesión. Lo sabíamos porque al cabo de mucho rato el demonio dijo con voz odiosa, que mientras nosotros rezábamos, Pablo estaba invocando a los demonios para que entraran. Pero no le dio tiempo a provocar ninguna enfermedad porque rezaban por la conversión de Pablo.

Al demonio Castigo le recordaba que Dios es redención, que Cristo era salvación, que él -el demonio- estaba en un lugar de salvación. Al final escribió:

Dios es redención

[le hice cierta pregunta teológica que me interesaba mucho. Pero su respuesta fue:]

no puedes saberlo todo

[le pregunté qué había que hacer para sacarlo]

fe

lo que haces siempre

fe

no confiar en ellos

engaño

Castigo=desobediencia=engaño

castigo

ten fe

Hacia el final de la sesión, yo ya bastante cansado y con el tiempo de la mañana agotándose, volvía a preguntarle que cosa concreta sería la que lo expulsara de ese cuerpo. Por varias veces su respuesta fue: fe.

Junto al sagrario trataba yo de hacer los más intensos actos de fe. El demonio estaba a punto de salir, pero no salía. Al final, un profesor de lingüística de la universidad de Valladolid, Francisco Pescador, dijo desde su banco: ¿por qué no rezamos el Credo? La sugerencia de aquel profesor que no había abierto la boca en toda la sesión no me pareció mal. Al final del Credo, tras una gran agitación, salió.

15 de julio

Tuvo al comienzo de la sesión un par de minutos de trance. Después rápidamente movió la mano como para apartar algo de delante de la cara. Había salido del trance, repentinamente, ante nuestra sorpresa. Pero la consciencia no duró más de un par de segundos, al momento regresó al trance. Mas al poco, tornó a hacer el mismo gesto y esta vez añadió no sé, he visto como mosquitos en esta parte y señaló delante de la cara donde había hecho gesto de apartarse algo. Lo extraño es que ya no volvía a entrar en trance. Yo rezaba y rezaba, pero no había ninguna reacción.

Por más que oramos, la chica siguió consciente durante dos horas, completamente normal. Lo único que sentía era dolor en el estómago. Después de hora y media, ese dolor se trasladó a un punto de la sien que señaló con total precisión. Sólo tras dos horas, entró en trance. Tras quince minutos más dijo que tenía un demonio mudo llamado Jáim, que significa Oscuro, y Belcebú. Jáim cuando más sufría hacía poner a la posesa una cara de inmensa tristeza a la vez que profería unos gemidos parecidos a los de un perro que sollozara. Salió en aquella sesión, pero Belcebú no.

25 de julio Los demonios mudos: Miedo, Odio y Desesperación.

Tenía tres demonios mudos, además de los dos que quedaban de la sesión anterior. Los tres demonios salieron en media hora. Después que esos tres salieron, Belcebú nos dijo que sus nombres eran: Miedo, Odio y Desesperación. Durante el resto de la sesión no sucedió nada especial. Hacia la mitad de la mañana un santo (probablemente San Miguel) le obligó a dirigirse por su propio pie hacia el altar y allí estuvo tres cuartos de hora agarrada a la cruz del altar, llorando y aullando.

Yo no le había ordenado hacer eso, sin duda fue un ángel. De hecho, ella fijó su vista en un punto cercano a la derecha del altar, como si estuviera mirando a alguien con horror.

Cuando en un momento determinado de un exorcismo (normalmente hacia el final de la sesión), un poseso grita y aúlla como si estuviera en los peores momentos de las conjuraciones del ritual y el exorcista no hace ni dice nada, es que ha venido un ángel o un santo y ha entablado una lucha invisible con él. En esos momentos el exorcista es mejor que ore en silencio, para sí, sin estorbar a la acción del ángel con el demonio. Pues en esta situación que he descrito, con la posesa agarrada a la cruz y aullando, quise ayudar al ángel y me puse a ordenar al demonio que saliera. Y entonces la posesa movió dulcemente la mano como para decirme que esperara. Fue un movimiento suave y dulce que contrastaba con todos los movimientos y gestos que obligaba el demonio a hacer a la posesa. Es curioso, pero era la segunda vez que eso sucedía. Hacía varios meses había pasado lo mismo. Y también entonces el ángel hizo que la posesa hiciera un gesto de que esperase.

Después la posesa en ese lugar escribió:

Rezar credo

Esther muy mal necesita exorcismos

[Esther era una amiga de Marta]

Pablo mejor

seguir rezando, importante

tranquilas, queda muy poco, no penséis cuanto

tener fe, que Dios está con vosotras siempre

ni un solo momento estáis solas

España mal

el proceso de concienciación debe continuar con otros casos

hay muchos demonios ocultos,

cuesta mucho saber que están

al más mínimo síntoma hay algo

se pueden esconder incluso "días"

insistir, si no repetir periódicamente hasta

descubrir la manifestación

[yo llevaba varios meses teniendo como primera preocupación cómo poder detectar la presencia de demonios que no se manifestaban cuando oraba por las personas que venían a verme]

tranquilo, debes insistir

no hay fórmula general que funcione siempre

cada demonio es distinto , a unos les molesta más una cosa y a otros otra

algunos pueden producir bostezos, salen por ahí, otros no soportan las cruces donde

ellos están

[ya había observado que en algunos que me venían a ver si estaban posesos, en cuanto me ponía a orar por ciertas personas comenzaban bostezos muy pronunciados]

pero no es fácil saber dónde están [es decir, en que parte del cuerpo están radicados],

sólo lo dicen cuando están débiles. Y suele ser mucho después de manifestarse por primera vez. Si no se manifiestan en la primera sesión es útil repetirla al día siguiente. Así durante varios días.

Llegarán tiempos difíciles. No os preocupéis. Dejarlo todo en las manos de Dios.

No os preocupéis.

Soy San MIguel.

5 de agosto

Los demonios que estaban dentro de ella tenían estos nombres: Obsesión, Dolor y Josbel. Dentro seguían como en días anteriores Belcebú y Satán.

Rezábamos y rezábamos para que Satán dejara marchar a los demonios inferiores, pero no parecía tener fruto. Cuando de pronto hizo gesto de escribir y escribió:

leer Apocalipsis

Efectivamente la lectura de los versículos relativos a la lucha en el cielo, hicieron gritar a Satán de un modo tremendo. Hubo que insistir mucho tiempo en la lectura y relectura de todo ese capítulo, y sobre todo insistía yo en las partes que veía que más le atormentaban. Por ejemplo: y ellos le vencieron en virtud de la Sangre del Cordero y por su Palabra. Leerle lo relativo a la Mujer en el cielo (la Virgen María), el recordarle que él era un dragón y cosas así se veía que tenía un efecto especial. Finalmente, antes de que dejara marchar a esos demonios nos dijo, obligado por la fuerza de la oración, que no habíamos hecho una cosa. La madre y yo fuimos diciendo varias cosas. A todo contestaba que no. Cuando dije: rezar por Pablo, entonces hizo un gesto afirmativo. Al cabo de un rato, tras algunos misterios del rosario, dijo que sí, que los dejaba marchar. En ese momento nos concentramos en hacer salir a los demonios inferiores.

·         Hay que tener una Fe Inamovible: una fe, sin dudar. (Comenta “Armando Graneros”).

Veinte minutos antes de que salieran Obsesión y Josbel les ordené que me dijeran qué había que hacer para que salieran. El demonio dijo: fe. Yo le ordené que saliera con toda la fe que pude, pero no salía. Después de muchos intentos, le volvía a interrogar y me contestó: fe, sin dudar. No acababa de entender aquello, yo no dudaba, ni poco ni mucho, no dudaba. Pensé que a lo mejor era una cuestión de intensidad, quizás yo no tenía fe suficiente. Tenía fe, pero quizá no lo suficientemente intensa como para lograrlo. Pero no. Se trataba sólo de insistir. Y así, finalmente salió.

Es interesante añadir que entre las cosas que San Miguel había escrito a través de la posesa en esa sesión estaba lo siguiente:

Esther debe venir

padre no ve, rezar por él, está influido.

Esther era una amiga de Marta. También ella estaba poseída y tenía que venir a que se orara por ella. Meses atrás, Marta y su madre primero lo habían sospechado y después habían llegado al convencimiento de que el mismo problema afectaba a Esther. Y habían hablado de este tema con ella, pero su padre se oponía a ir a un sacerdote de su diócesis o a venir a mi parroquia.

11 de agosto  Los demonios “Odio” y “Discordia”. Y cómo sale Belcebú.

Estaba presente en esta sesión don Secundino, párroco en Torrejón de Ardoz y tres personas más. Durante dos horas enteras no entró en trance, ni siquiera sentía nada. Después de tres rosarios enteros, entre otras oraciones, por fin comenzó a retorcerse y a gritar. Nos dijo que había dos demonios más: Odio y Discordia. Ambos salieron a la vez, aquello tenía su lógica pues la discordia es un producto del odio. Los sacó la oración sin necesidad de hacer nada especial. Quedaban Belcebú y Satán. Belcebú nos dijo, obligado por la oración, que para sacarlo había que invocar a San Miguel. Yo lo invoqué con mucha fe. Tenía en la mente una tabla flamenca que lo representaba vestido con un alba y estola blanca. Pero lo que más me impresionaba de esa pintura era la espada. Aquel ángel alto, de facciones delicadas y gesto suave, sostenía en su diestra una pesadísima espada medieval. Una de esas espadas de varios kilos de peso que hay que levantar con las dos manos. Aquel ángel flamenco de bucles rubios sostenía aquella arma sin ningún esfuerzo. Era como si dijera en silencio: soy bondadoso, pero si blando mi arma no habrá que repetir el golpe.

Durante el rato de oración que fue aquella sesión con Marta, me di cuenta de que la espada con la que siempre se representa a San Miguel es el símbolo del don que ha recibido para luchar contra el dragón. Esa espada es el regalo divino, su carisma, con el que puede hacer retroceder a la poderosísima naturaleza angélica (aunque caída) que es el Leviatán.

Durante la oración también me imaginé la Cruz de Cristo en el Gólgota, la auténtica, con todo detalle, y de ese Cuerpo clavado cayendo gotas de sangre. Y que esas gotas redentoras caían sobre la Serpiente que se retorcía apretando la base de la Cruz. En aquella visión imaginada parecía que la Cruz se clavaba en el Dragón. Pero en realidad no se clavaba, era la Serpiente la que se retorcía y, haciéndose una bola, la abrazaba con todas sus fuerzas, odio y dolor. Las gotas de sangre caían, pero no penetraban la piel dura y escamosa del reptil. Aquellas gotas deberían haber producido por su virtud su efecto redentor y sanador, pero en él sólo producían retorcimientos y sufrimiento. La serpiente debería haber besado esa Cruz que abrazaba, pero un reptil no puede besar. Es imposible. Sólo morder. Satán es ya un ser de sangre fría, en su interior late un corazón frío. Es curioso, él debería huir lo más lejos posible de aquello que más dolor le produce. Pero no es así. Desafortunadamente los demonios por odio a lo sagrado, en esta guerra que ellos han declarado, se ven obligados (por sí mismos) a estar junto a aquello que más aversión les da. Precisamente porque lo odian y lo quieren destruir.

Este tipo de imágenes se las decía en voz alta a Satán. Era como hacer la oración en voz alta. Hacía la oración yo, pero dialogada. No me extraña que me dijera: ¡te odio!

Otra vez le dije: te he perdido el respeto. Y voy a hacer todo lo posible para que todos te pierdan el respeto. Volvió a repetir furioso e impotente: ¡te odioo!

·         San Miguel se encargó, él solo, de expulsar a Belcebú.

18 de agosto

Tenía un demonio más, cuyo nombre era Miedo, era un demonio mudo. Estaba un cura neocatecumenal, párroco de San Fernando de Henares, hombre de fe, muy asentado en la Palabra de Dios. Le permití con sumo gusto que durante un rato hiciera parte de la sesión de oración. Él, como buen neocatecumenal se centró en la Palabra de Dios, y la verdad que con mucho efecto. Recitó un salmo que se trataba acerca de la confianza en el Señor, un salmo que era justo todo lo contrario al miedo, óptimo para la situación. Tres horas y media después salió el demonio.

29 de agosto

Sólo tenía un demonio más, cuyo nombre era Dolor. Era un demonio mudo. También resistió durante más de horas sin dar el más leve signo de posesión. Después de tres rosarios enteros, conjurándole al acabar cada uno, por fin entró en trance. Salió enseguida y sin dar grandes gritos. En esta sesión escribió:

Muy poco, últimos días

tranquilos, no os preocupéis

Satán débil

seguir rezando es muy importante la oración

[Yo le pregunté a Dios, mirando hacia el sagrario, acerca de lo que debía hacer en varios casos de influencia demoníaca por los que estaba rezando. La respuesta fue:]

Insistir

[y ese verbo dentro de un recuadro]

vas a tener más casos

tranquilo

demonios se esconden

atención al más simple gesto

pueden estar sin manifestarse durante mucho tiempo

No hay nada que funcione siempre [para descubrirlos]

algunos no soportan las cruces en las partes donde ellos están.

Pero difícil saber.

Durante mucho tiempo la persona debe rezar.

Tranquilos, soy San Miguel

Rezar por Esther, ciegos

[Los padres de la amiga de Marta seguían ciegos. Seguían sin querer admitir dónde estaba la

solución para el problema de su hija]

Lo relativo a los demonios ocultos me lo dijo porque seguía siendo mi mayor preocupación saber cómo descubrir ese tipo de casos. Me aterraba la idea de que alguien acudiera a mí y yo le dejara marchar, enfilado ya de por vida hacia el camino de fármacos y psiquiatras. La idea de que alguien confiara en mí, en mi ciencia, y yo le fallara era algo que me resultaba difícil de aceptar. Pero tampoco podía orar por cada uno que me venía a ver durante horas. Aquella situación me incomodaba mucho, pero había que aceptar la realidad. Las cosas eran como Dios las permitía, no como nosotros hubiéramos deseado. Pero lo que Dios permitía era siempre lo mejor. Si era difícil discernir ciertos casos, así debíamos aceptarlo puesto que de Dios dependía la ordenación de las cosas. La demonología era una ciencia, no una pequeña lista de consejos.

31 de agosto

Escribo estas líneas hoy, bastante tarde en la noche. Pero es que me ha llamado por teléfono la madre de Marta. Hemos estado hablando un rato. Una de las cosas que me ha comentado es que antes de conocerme, un día volviendo hacia su casa se encontró con un paso de Semana Santa que representaba a Cristo con la Cruz a cuestas, acabada la procesión de Viernes Santo, iban a devolverlo a la sede donde lo guardaban. Ella se quedó parada en la acera junto a mucha más gente que se había detenido en la calle para ver el traslado. De pronto, al pasar justo delante se detuvo. Y así estuvo un buen rato. Ella con los ojos fijos en el paso, tuvo la intuición interior de pensar que aquello significaba que le esperaba un tiempo de sufrimiento, un tiempo de cruz. Fue como si Dios me dijera que me esperaba un camino muy duro, me dijo. Y así fue.

Otro hecho curioso fue que en una ocasión la madre estaba rezando delante de una imagen de la virgen de Fátima en una iglesia. Había un lampadario eléctrico allí, delante de la Virgen. El lampadario tenía sus velas apagadas, salvo una. Una siempre queda encendida, como bien sabemos los curas. Pues bien, de pronto, en medio de aquellas hileras de velas apagadas, una comenzó a brillar. Nadie había allí, nadie había echado dinero. Y, no obstante, la vela se había encendido. Este hecho aislado podía parecer una casualidad sin mayor relevancia. Pero el mismo hecho se repitió en otras cuatro ocasiones más. Y siempre al estar rezando delante de la Virgen. Concretamente, dos veces delante de la ‘Virgen Milagrosa’ y tres veces delante de la ‘de Fátima’. Era como si la Virgen le dijera que escuchaba sus intensas oraciones, que no se preocupara.

Sea dicho de paso, al marcharse de delante de la Virgen Milagrosa veía que la vela se apagaba. Mientras que la vela delante de la Virgen de Fátima seguía encendida. Cuando me contó esto último sin darle más importancia, vi que aquello podía albergar un significado: el milagro sucede y pasa, el mensaje de Fátima sigue vigente. El milagro grande de la última sesión pasaría, pero el mensaje de Fátima seguiría luciendo.

·         La realidad de la existencia de los demonios, el Infierno y las posesiones demoníacas, frente a “teólogos ignorantes y jerarcas presuntuosos”.

Vi una conexión entre el Mensaje de Fátima y el caso de posesión de Zulema. Era como si la Virgen dijera: en Fátima os mostré el infierno, ahora os muestro al Diablo y sus demonios. La Virgen de Fátima mostraba la condenación, la Virgen de Zulema mostraba a sus moradores infernales.

La madre de Marta era de siempre muy devota de la Virgen de Fátima. En cada exorcismo ponía ella junto a la cabeza de su hija una estampa de María bajo esa advocación. Era siempre la misma estampa, ya vieja, arrugada, mordida por la posesa durante las sesiones. Aquella estampa era un testimonio del paso de los meses, de la oración de un año y medio. También me di cuenta -justo al escribir estas líneas que estás leyendo- que el caso de Marta lo que mostraba era el Poder del Rosario frente al Príncipe de las Tinieblas. En los últimos cuarenta años se habían elaborado muchas teorías teológicas muy eruditas acerca de los versículos de la Biblia en los que aparece el demonio. Teorías muy eruditas para demostrar que en realidad no había demonio. A pesar de esas teorías, a pesar de esas elucubraciones de despacho, nosotros teníamos sobre esa colchoneta gritando y retorciéndose al demonio de verdad, no a una hipótesis exegética sino a la Serpiente Antigua, al Homicida desde el principio. Y frente a la sencilla verdad de que el Diablo existía, la sencilla verdad del Poder del Rosario. La más sencilla y humilde de las oraciones frente a la fanfarria aplaudida una y otra vez de tantos teólogos en los que la oscuridad del error había penetrado. No tengo la menor duda de que esos teólogos desmitologizadores no rezarían mucho el Rosario. El Rosario es un modo demasiado simple de oración para inteligencias tan cultivadas e ilustradas como las de ellos. Por eso el lado oscuro penetró en sus corazones. Y comenzaron a destilar libros de error, donde por el contrario debería haber brillado la luz.

Todavía me acuerdo cuando fui a ver a cierto gran eclesiástico para hablarle de un caso de posesión que entraba en su jurisdicción. La conversación no me la hizo nada agradable. En cierto momento, humildemente le respondía a un comentario suyo con un pasaje del Evangelio: el relativo al poseso de Gerasa y la piara en la que entró el demonio. El prelado se limitó a decirme que leyera el artículo de no se qué prestigioso biblista, un apellido muy raro y extranjero del que no me acuerdo. Me lo dijo en el tono del que desde un trono muy alto te dice: no voy a discutir contigo, lee el artículo y verás que no hubo ni poseso, ni piara, ni demonio. Y por supuesto no quiso entrar en hablar del versículo conmigo.

No sé los méritos que tendrá aquel exegeta para negar la posesión del endemoniado de Gerasa, lo que tengo muy claro es que no habrá tenido a muchos posesos delante retorciéndose sobre una colchoneta.

Otra cosa que el caso de Marta debe recordar a todos los exegetas, y fíjense que digo "todos", es la primera verdad a la hora de leer la Biblia: es la Palabra de Dios, y Dios no dice mentiras. Cuando Dios nos dice que algo sucedió, sucedió de verdad. Y sucedió tal como Él lo cuenta. No sólo el demonio no es un símbolo, sino que todos los hechos históricos narrados por la Biblia, sucedieron. Y sucedieron tal como se narran en esa Palabra Santa y Sagrada.

El veneno del demonio ha calado en demasiadas inteligencias de biblistas. Quizá no haya parte de la Teología donde más haya penetrado el error del Príncipe de las Tinieblas. También creo que Dios se servirá algo de este caso del demonio, para mostrar el veneno que él mismo inoculó. Porque si son verdaderos todos los pasajes bíblicos relativos al demonio, con mayor razón lo pueden ser los que nos hablan de milagros y hechos portentosos.

4 de septiembre.

·         El demonio Jaisander, cuyo nombre significa: el-que-negó-a-Dios”.

Expulsamos a un demonio cuyo nombre era tan complicado de pronunciar que prácticamente era imposible. Le preguntamos que qué significaba ese nombre que sonaba a algo parecido a Jaisander. Dijo que “el-que-negó-a-Dios”. El espíritu llamado Miedo también vino, la posesa lo señaló en un lugar concreto de la capilla. Antes de cada sesión, yo asperjaba con agua bendita todo el perímetro interior de la capilla subterránea donde rezábamos, y pedía a Dios mientras hacía tal operación que Él alejase a los demonios para que no pudieran ayudar a los que estuvieran dentro de la posesa. Sin embargo, si alguien invocaba a los demonios para que vinieran, entonces podían entrar. Y Satán dijo que Pablo en ese momento le estaba invocando. Al final, asperjiendo con agua bendita en el lugar que me indicó, bendiciendo hacia ese sitio con la Cruz y exorcizándole, marchó el demonio llamado Miedo. Así nos lo dijo Satán.

Sin la ayuda de ese demonio, “el-que-negó-a-Dios” no tardó en salir. Estaba muy debilitado, no en vano llevábamos ya dos horas. Y otra vez volvió a quedar Satán solo.

13 de septiembre

Los demonios manifestaron su presencia con gritos y sollozos desde el principio. Los nombres de los demonios eran Tristeza, Separación, Perversión y Miedo.

20 de septiembre. Los demonios: “Insomnio” y “No”.

Desde el principio de la sesión se manifestaron los demonios cuyos nombres eran “Insomnio” y “No”. El primer demonio le había provocado no poder dormir durante toda aquella semana. El segundo tenía como nombre "No", es decir, “el-que-ha-dicho-no-a-Dios”. El primer demonio no tardó demasiado en hablar y ceder a nuestro interrogatorio. Dijo su poca resistencia se debía a que era de poco rango. No manifestaba demasiado furor ni contra Dios ni contra nosotros. Le pregunté una cosa y dijo: ¡pero qué tonto eres! ¡Qué tonto! Y lo repitió varias veces como con cansancio de ver lo necio que era yo. Pues mira, le dije, este tonto te va a expulsar con el poder de Dios. Y le expliqué como era un desdoro para él que un tonto le lograra expulsar. Ser expulsado por un sabio o un santo era menos denigrante que ser expulsado por un tonto. El asunto no le hizo gracia. A mí conforme se lo iba explicando sí que me hizo gracia. De hecho en un momento dado mi explicación a aquel ángel rebelde fue tan graciosa, lo reconozco, que no pude aguantarme la risa, ni tampoco la madre de Marta. El demonio también se rió, poco, sin carcajada, de forma muy baja, pero rió.

Aquel demonio no había manifestado furor contra nosotros, ni contra Dios, pronto nos había revelado el nombre del otro demonio, no parecía muy peligroso. Así que le dije: que sepas que de todos los demonios que han pasado por aquí me pareces el más simpático. El demonio no dijo nada, aquella consideración mía era evidente que no le desagradaba.

Aquel demonio al fin y al cabo era un ser libre, con inteligencia y voluntad, con algunos sentimientos, por lo cual tuve la idea de decirle alguna cosa que le animara a querernos y salir pronto. Pero al instante se me encendió una luz interior que me dijo: si él no ama a Dios, que merece ser amado mucho más que tú, mucho menos os va a amar a vosotros.

·         Psi”, la letra griega, significa “Espíritu de Dios”.

Así que opté sólo por orar y ordenarle que saliera. Después de tres rosarios, estaba yo orando en lenguas cuando de pronto comprobé con turbación que sólo me salía de la boca un sonido hecho sólo con los labios y no articulado con la garganta, un sonido que sonaba a un breve y repetitivo “psi”. Hubiera querido orar otra cosa, pero de mi boca sólo salía ese bisbiseo en voz muy baja que decía: psi, psi, psi... Estuve más de diez minutos diciendo eso. Yo pensaba en mi interior: Señor, me siento ridículo ante todos por repetir esto que no parece que pueda significar nada. Pero si Tú quieres que diga eso lo diré una y otra vez.

Aunque ese psi, psi, psi a mí no me sonaba a nada que pudiera tener un significado, sin embargo, le producía una verdadera tortura al demonio. Al final salió. Y al siguiente demonio le pregunté cuál había sido la causa de que saliera. Y repitió ese sonido que yo pronunciaba. ¿Pero qué significa?, le dije.Espíritu de Dios, fue su respuesta. Aquel sonido me parecía que difícilmente podía pertenecer a una lengua, así que le ordené que me dijera a qué lengua pertenecía. No dijo nada. Entonces dije a todos que rezáramos un Avemaría para que nos dijera a qué idioma pertenecía aquel sonido extraño. El demonio no dijo nada, pero mientras rezábamos muy concentrados el Avemaría comprendí que era griego.

El espíritu “No” era más maligno. Costó muchísimo más sacarlo. Una de las cosas que más le atormentaba era mandarle que abriera los ojos, después ordenarle que mirara al crucifijo que sostenía ante él y cuando lo estaba mirando decirle: mira a Jesús crucificado, Jesús es afirmación. En cuanto le decía que Jesús es la afirmación de Dios, retiraba atormentado la vista y cerraba los ojos en medio de gritos de dolor. No resistía la visión del Crucificado oyendo aquello.

Le ordené: Te ordeno que le mires y recuerdes el momento de la crucifixión. Tú estabas allí. Pero ante mi sorpresa, repuso: Yo no estaba allí. ¿Por qué? No había nacido, respondió. Resultaba que aquel espíritu condenado era humano. Los humanos condenados reciben un nuevo nombre tras la reprobación eterna. Con este espíritu en concreto fue curioso que, al final de la sesión, la posesa movía la cabeza de abajo arriba como asintiendo. San Miguel le obligaba a asentir. Ironía: el demonio “No” se veía obligado a asentir. San Miguel le obligó finalmente a salir.

Los demonios más fuertes no son expulsados por el poder del exorcista. El exorcista los hace sufrir, los debilita, pero tiene que ser un ángel enviado por Dios el que los expulse. En este caso, como en otros, el mismo demonio fue hasta la cruz del altar y se agarró a ella. Después se arrodilló sin soltar la cruz y allí estuvo más de media hora. Al final salió, aunque estuvo todavía unos minutos cerca de la posesa, a menos de un palmo de ella. Así nos lo indicó a la fuerza Satán. Hubo que seguir rezando diez minutos más para que se marchara definitivamente.

El caso de “No” -un alma condenada superior en jerarquía a un demonio- demostraba que había hombres réprobos que habían odiado más a Dios que algunos espíritus rebeldes. La frase popular eres más malo que un demonio resultaba ser cierta en algunos casos.

(Continúa en: Parte 5 de 6.- Exorcismo del 27 de septiembre)