LOS EXORCISMOS DE MARTA
EXORCISMOS REALES
EXORCISMOS REALES
Parte 4 de 6
MUNDO SOBRENATURAL
Exorcismo del 14 de junio 2003
Estábamos un sacerdote que se dedica a ayudar a los enfermos de sida de las
monjas de la madre Teresa de Calcuta, la hermana de ese sacerdote y yo.
En la posesa estaban sólo Belcebú y Satán. En mitad del exorcismo
tuve que marchar a Los Hueros a bautizar a cinco infantes. Pasar del exorcismo
a los bautizos es un interesante contraste. Aunque el encanto del rito se
rompió por los familiares cargados de cámaras que no dejaban de hablar sentados
en sus confortables bancos. Recuerdo que no hacía más que pedir silencio, pero
ellos seguían a lo suyo. Aquella iglesia llena de familiares que charlaban
entre sí deseando que acabara cuanto antes el bautismo, era un espectáculo
patético. No recuerdo cuantas veces tuve que pedir silencio. En un momento dado
pensé que prefería el exorcismo, al menos el demonio te hace caso.
El bautizo acabó y
volví a Zulema, regresé a las oraciones por la posesa. Al cabo de un rato le pregunté a Belcebú: ¿qué es lo que
concretamente te hará salir?
Y el añadió: ¿Qué o quién? Su tono fue encantadoramente juguetón.
Era evidente que se
refería a San MIguel, pero insistí en mis órdenes hasta que lo dijo. Tras
invocarle durante un rato, añadió: comunión.
A los veinte minutos
de la comunión salió.
Y después escribió:
Tranquilos, no entran
[pensaba la madre que
la secta haría que entraran más]
Seguir rezando
comunión importante
[para que no entraran
más]
sesión anterior
lección:
deben seguir los exorcismos
yo estoy con vosotros
no temáis ni os desaniméis al
pensar concienciación lenta
todo llegará a su debido tiempo
es muy importante concienciación
[subrayado tres veces]
muchos demonios ocultos en
personas que no lo saben.
Tener fe
Dios os escucha siempre
Soy San Miguel
tranquilos
no os preocupéis
Y al cabo de un rato de dar gracias a Dios, dimos por concluida la sesión.
Es curioso que en un momento dado le pregunté yo si la secta sabía que nos
reuníamos a esa hora para el exorcismo. Y dijo que no sabían nada.
26 de junio
Me llamó la madre por
teléfono para decirme que en casa había escrito lo siguiente:
obsesión
ella no caso
no solución.
muerte
Se refería a que Pablo, el chico de la secta satánica, estaba obsesionado
con ella, que no debía fijarse en él, pues si le hacía caso se complicaría
extraordinariamente. También decía que él estaba tan decidido a seguir en el
mal que no había solución. Y que por lo tanto le esperaba la muerte. Cosa que
yo ya llevaba presintiendo desde hacía tiempo.
Cuando alguien está voluntariamente
haciendo daño a alguien a través del satanismo y comienza a recibir muchas
gracias espirituales de arrepentimiento, porque alguien reza por él. Si resiste
a esas gracias abundantes y poderosas, Dios se lo lleva con él. Porque la vida
sólo le servirá para aumentar su iniquidad. Por aquel chico que era la causa de la
posesión, el invocador del demonio, la madre había rezado mucho, muchísimo,
durante meses. Y él había rechazado todas las gracias. Yo, desde hacía meses,
veía que si seguía diciendo que no a Dios, Él lo llamaría a su presencia. El
demonio siguió escribiendo:
no salvación a los hijos de Satán
no salvación
libertad
él nunca feliz
no [se da] cuenta
No salvación a los hijos de
satán.
Aviso [esta última palabra estaba metida en un
recuadro doble]
los pactos hacen eso.
No [metido en un recuadro] salvación.
Tú no entender nada.
No Pablo almas perdidas
[eso lo dijo porque la
madre comentó que Pablo sería como un alma perdida. Pero quedaba claro que no,
que iba hacia la condenación]
La voluntad lo niega
[porque la madre antes
había dicho que las almas perdidas no niegan a Dios]
Él lo odia.
La madre le preguntó al demonio que si la familia del chico de la secta
satánica era creyente y que si estaba bautizado, confirmado o algo así. De
palabra el demonio respondió que no. Después escribió:
Inocencia perdida, fealdad de espíritu
[le preguntó que si
Pablo sólo tenía a Satán dentro]
Muchos
tonta, él malo.
Lo único rezar
Yo no quiero que nadie rece,
quiero que la gente no crea en Dios. Quiero perder el máximo de almas posibles
y llevarlos a la más completa desesperación y pena, a la destrucción. Los
seduzco con falsas promesas que nunca cumplo para atraerlos a la oscuridad.
Hay gente que sin saberlo se va hundiendo poco
a poco porque no me ven. No saben que
detrás de "pequeños" vicios estoy yo
[la palabra pequeños
la escribió entre comillas y yo dentro de un recuadro]
San Miguel me obliga a escribir porque ellos deben saber para poder
defenderse y no caer en mis redes. Yo busco su perdición. La gente debe
volver a Dios de forma intensa, rezar; hablar con Dios, pedirle lo que
necesitan, Él os escucha siempre. Yo influencias fuertes para que la gente
no crea. Les inculco no creencia, no moral, nada es pecado, todo está bien, les
incito a la destrucción.
Los odio.
Ellos no se dan cuenta.
las cosas deben cambiar:
Tienen que saberlo: cuanto más se alejan de
Dios más actúo yo,
soy Satán.
Reza por ella lo necesita mucho.
Tranquilas. Es pasajero, pasará.
Después de eso me dijo la madre que volvió en sí. Pero me decía que los
días pasados habían sido horribles. Los demonios entraban y salían, abría los
ojos como si fueran a salirse de sus órbitas, tenía risas maléficas, sacaba las
uñas, quería agredirle, alguna vez le cogió del pelo. Pero había como una
fuerza invisible que impedía que después le tirara del pelo aunque quisiera
hacerlo. Había una orden de Dios que prohibía que le pudiera hacer daño de
verdad.
Durante esos días, en uno de esos momentos de furia la madre se rió del
demonio y entonces le gritó: ¿es que me has perdido el respeto? Yo después
reflexionaba ante esa pregunta llena de odio: una madre indefensa frente a
Satanás. Sí, no daba ningún miedo. A un cristiano, desde luego no.
SEGUNDA PARTE
http://siemprejamas.tripod.com/concienciacion.htm (segunda parte)
28 de junio.
Hoy estaba presente un médico
forense de Murcia. Había tres demonios:
Perdición,
Belcebú y Satán. El primer demonio salió al cabo de dos horas. No
supe qué era lo que más le atormentaba. Al final salió mientras le decía al
oído, en medio de horribles alaridos, que estaba en un lugar de salvación, que
Dios era un Dios de salvación, y cosas de ese tenor.
5 de junio
Había dos demonios nuevos. El
primero en salir fue Muerte, el último Castigo. Muerte había entrado
esa misma mañana, durante la sesión. Lo sabíamos porque al cabo de mucho rato
el demonio dijo con voz odiosa, que mientras nosotros rezábamos, Pablo estaba
invocando a los demonios para que entraran. Pero no le dio tiempo a provocar ninguna enfermedad porque rezaban
por la conversión de Pablo.
Al demonio Castigo le recordaba que Dios es redención, que Cristo era
salvación, que él -el demonio- estaba en un lugar de salvación. Al final
escribió:
Dios es redención
[le hice cierta pregunta teológica que me interesaba mucho.
Pero su respuesta fue:]
no puedes saberlo todo
[le pregunté qué había que hacer para sacarlo]
fe
lo que haces siempre
fe
no confiar en ellos
engaño
Castigo=desobediencia=engaño
castigo
ten fe
Hacia el final de la sesión, yo
ya bastante cansado y con el tiempo de la mañana agotándose, volvía a
preguntarle que cosa concreta sería la que lo expulsara de ese cuerpo. Por
varias veces su respuesta fue: fe.
Junto al sagrario trataba yo de
hacer los más intensos actos de fe. El demonio estaba a punto de salir, pero no
salía. Al final, un profesor de lingüística de la universidad de Valladolid,
Francisco Pescador, dijo desde su banco: ¿por
qué no rezamos el Credo? La sugerencia de aquel profesor que no había
abierto la boca en toda la sesión no me pareció mal. Al final del Credo, tras una gran agitación, salió.
15 de julio
Tuvo al comienzo de la sesión un
par de minutos de trance. Después rápidamente movió la mano como para apartar
algo de delante de la cara. Había salido del trance, repentinamente, ante
nuestra sorpresa. Pero la consciencia no duró más de un par de segundos, al
momento regresó al trance. Mas al poco, tornó a hacer el mismo gesto y esta vez
añadió no sé, he visto como mosquitos en esta parte y señaló delante de la cara
donde había hecho gesto de apartarse algo. Lo extraño es que ya no volvía a
entrar en trance. Yo rezaba y rezaba, pero no había ninguna reacción.
Por más que oramos, la chica
siguió consciente durante dos horas, completamente normal. Lo único que sentía
era dolor en el estómago. Después de hora y media, ese dolor se trasladó a un
punto de la sien que señaló con total precisión. Sólo tras dos horas, entró en
trance. Tras quince minutos más dijo que
tenía un demonio mudo llamado Jáim,
que significa Oscuro, y Belcebú.
Jáim cuando más sufría hacía poner a la posesa una cara de inmensa tristeza
a la vez que profería unos gemidos parecidos a los de un perro que sollozara.
Salió en aquella sesión, pero Belcebú no.
25 de julio Los
demonios mudos: Miedo, Odio y Desesperación.
Tenía tres demonios mudos, además de los dos que quedaban de
la sesión anterior. Los tres demonios salieron en media hora. Después que
esos tres salieron, Belcebú nos dijo que sus nombres eran: Miedo, Odio y Desesperación. Durante el
resto de la sesión no sucedió nada especial. Hacia la mitad de la mañana un
santo (probablemente San Miguel) le obligó a dirigirse por su propio pie hacia
el altar y allí estuvo tres cuartos de hora agarrada a la cruz del altar,
llorando y aullando.
Yo no le había ordenado hacer eso, sin duda fue un ángel. De hecho,
ella fijó su vista en un punto cercano a la derecha del altar, como si
estuviera mirando a alguien con horror.
Cuando en un momento determinado de un exorcismo (normalmente hacia
el final de la sesión), un poseso grita y aúlla como si estuviera en los peores
momentos de las conjuraciones del ritual y el exorcista no hace ni dice nada,
es que ha venido un ángel o un santo y ha entablado una lucha invisible con él.
En esos momentos el exorcista es mejor que ore en silencio, para sí, sin
estorbar a la acción del ángel con el demonio. Pues en esta situación que he
descrito, con la posesa agarrada a la cruz y aullando, quise ayudar al ángel y
me puse a ordenar al demonio que saliera. Y entonces la posesa movió dulcemente
la mano como para decirme que esperara. Fue un movimiento suave y dulce que
contrastaba con todos los movimientos y gestos que obligaba el demonio a hacer
a la posesa. Es curioso, pero era la segunda vez que eso sucedía. Hacía varios
meses había pasado lo mismo. Y también entonces el ángel hizo que la posesa
hiciera un gesto de que esperase.
Después la posesa en ese lugar escribió:
Rezar credo
Esther muy mal
necesita exorcismos
[Esther era una amiga de Marta]
Pablo mejor
seguir rezando,
importante
tranquilas, queda muy
poco, no penséis cuanto
tener fe, que Dios
está con vosotras siempre
ni un solo momento
estáis solas
España mal
el proceso de concienciación debe continuar con otros casos
hay muchos demonios ocultos,
cuesta mucho saber que están
al más mínimo síntoma hay algo
se pueden esconder incluso "días"
insistir, si no repetir periódicamente hasta
descubrir la manifestación
[yo llevaba varios meses teniendo como primera preocupación
cómo poder detectar la presencia de demonios que no se manifestaban cuando
oraba por las personas que venían a verme]
tranquilo, debes insistir
no hay fórmula general que funcione siempre
cada demonio es distinto , a unos les molesta más una
cosa y a otros otra
algunos pueden producir bostezos, salen por ahí, otros no soportan las
cruces donde
ellos están
[ya había observado que en algunos que me venían a ver si
estaban posesos, en cuanto me ponía a orar por ciertas personas comenzaban bostezos
muy pronunciados]
pero no es fácil
saber dónde están [es decir, en que parte del cuerpo están radicados],
sólo lo dicen cuando están débiles. Y suele ser mucho después de
manifestarse por primera vez. Si no se manifiestan en la primera sesión es útil
repetirla al día siguiente. Así durante varios días.
Llegarán tiempos difíciles.
No os preocupéis. Dejarlo todo en las manos de Dios.
No os preocupéis.
Soy San MIguel.
5 de agosto
5 de agosto
Los demonios que estaban dentro de ella tenían estos nombres: Obsesión, Dolor y Josbel. Dentro seguían como en días anteriores Belcebú y
Satán.
Rezábamos y rezábamos para que
Satán dejara marchar a los demonios inferiores, pero no parecía tener fruto.
Cuando de pronto hizo gesto de escribir y escribió:
leer Apocalipsis
Efectivamente la lectura de los
versículos relativos a la lucha en el cielo, hicieron gritar a Satán de un modo
tremendo. Hubo que insistir mucho tiempo en la lectura y relectura de
todo ese capítulo, y sobre todo insistía yo en las partes que veía que más le
atormentaban. Por ejemplo: y ellos le vencieron en virtud de la Sangre
del Cordero y por su Palabra. Leerle
lo relativo a la Mujer en el cielo (la Virgen María), el recordarle que él era
un dragón y cosas así se veía que tenía un efecto especial. Finalmente,
antes de que dejara marchar a esos demonios nos dijo, obligado por la fuerza de
la oración, que no habíamos hecho una cosa. La madre y yo fuimos diciendo
varias cosas. A todo contestaba que no. Cuando
dije: rezar por Pablo, entonces hizo un gesto afirmativo. Al cabo de un
rato, tras algunos misterios del rosario, dijo que sí, que los dejaba marchar. En ese momento nos concentramos en hacer
salir a los demonios inferiores.
·
Hay que tener una Fe Inamovible: una
fe, sin dudar. (Comenta “Armando Graneros”).
Veinte minutos antes de que
salieran Obsesión y Josbel les
ordené que me dijeran qué había que hacer para que salieran. El demonio
dijo: fe. Yo le ordené que saliera con toda la fe que pude, pero no salía.
Después de muchos intentos, le volvía a interrogar y me contestó: fe, sin dudar. No acababa de entender aquello, yo no dudaba, ni poco
ni mucho, no dudaba. Pensé que a lo mejor era una cuestión de intensidad,
quizás yo no tenía fe suficiente. Tenía fe, pero quizá no lo suficientemente
intensa como para lograrlo. Pero no. Se trataba sólo de insistir. Y así,
finalmente salió.
Es interesante añadir que entre las cosas que San Miguel
había escrito a través de la posesa en esa sesión estaba lo siguiente:
Esther debe venir
padre no ve, rezar por
él, está influido.
Esther era una amiga de Marta. También ella estaba poseída y
tenía que venir a que se orara por ella. Meses atrás, Marta y su madre
primero lo habían sospechado y después habían llegado al convencimiento de que
el mismo problema afectaba a Esther. Y habían hablado de este tema con ella,
pero su padre se oponía a ir a un sacerdote de su diócesis o a venir a mi
parroquia.
11 de agosto Los demonios “Odio”
y “Discordia”. Y cómo sale Belcebú.
Estaba presente en esta sesión
don Secundino, párroco en Torrejón de Ardoz y tres personas más. Durante dos
horas enteras no entró en trance, ni siquiera sentía nada. Después de tres
rosarios enteros, entre otras oraciones, por fin comenzó a retorcerse y a
gritar. Nos dijo que había dos
demonios más: Odio y Discordia. Ambos
salieron a la vez, aquello tenía su lógica pues la discordia es un producto
del odio. Los sacó la oración sin necesidad de hacer nada especial.
Quedaban Belcebú y Satán. Belcebú nos
dijo, obligado por la oración, que para sacarlo había que invocar a San
Miguel. Yo lo invoqué con mucha fe. Tenía en la mente una tabla
flamenca que lo representaba vestido con un alba y estola blanca. Pero lo que
más me impresionaba de esa pintura era la espada. Aquel ángel alto, de
facciones delicadas y gesto suave, sostenía en su diestra una pesadísima espada
medieval. Una de esas espadas de varios kilos de peso que hay que levantar con
las dos manos. Aquel ángel flamenco de bucles rubios sostenía aquella arma sin
ningún esfuerzo. Era como si dijera en silencio: soy bondadoso, pero si blando
mi arma no habrá que repetir el golpe.
Durante el rato de oración que
fue aquella sesión con Marta, me di cuenta de que la espada con la que siempre
se representa a San Miguel es el símbolo del don que ha recibido para luchar
contra el dragón. Esa espada es el regalo divino, su carisma, con el que puede
hacer retroceder a la poderosísima naturaleza angélica (aunque caída) que es el
Leviatán.
Durante la oración también me
imaginé la Cruz de Cristo en el Gólgota, la auténtica, con todo detalle, y de
ese Cuerpo clavado cayendo gotas de sangre. Y que esas gotas redentoras caían
sobre la Serpiente que se retorcía apretando la base de la Cruz. En aquella visión
imaginada parecía que la Cruz se clavaba en el Dragón. Pero en realidad no se
clavaba, era la Serpiente la que se retorcía y, haciéndose una bola, la
abrazaba con todas sus fuerzas, odio y dolor. Las gotas de sangre caían, pero
no penetraban la piel dura y escamosa del reptil. Aquellas gotas deberían haber
producido por su virtud su efecto redentor y sanador, pero en él sólo producían
retorcimientos y sufrimiento. La serpiente debería haber besado esa Cruz que
abrazaba, pero un reptil no puede besar. Es imposible. Sólo morder. Satán es ya
un ser de sangre fría, en su interior late un corazón frío. Es curioso, él
debería huir lo más lejos posible de aquello que más dolor le produce. Pero no
es así. Desafortunadamente los demonios por odio a lo sagrado, en esta guerra
que ellos han declarado, se ven obligados (por sí mismos) a estar junto a
aquello que más aversión les da. Precisamente porque lo odian y lo quieren
destruir.
Este tipo de imágenes se las
decía en voz alta a Satán. Era como hacer la oración en voz alta. Hacía la
oración yo, pero dialogada. No me extraña que me dijera: ¡te odio!
Otra vez le dije: te he perdido
el respeto. Y voy a hacer todo lo posible para que todos te pierdan el respeto.
Volvió a repetir furioso e impotente: ¡te odioo!
·
San
Miguel se encargó, él solo, de expulsar a Belcebú.
18 de agosto
Tenía un demonio más, cuyo nombre
era Miedo,
era un demonio mudo. Estaba
un cura neocatecumenal, párroco de San Fernando de Henares, hombre de fe, muy
asentado en la Palabra de Dios. Le permití con sumo gusto que durante un rato
hiciera parte de la sesión de oración. Él, como buen neocatecumenal se centró
en la Palabra de Dios, y la verdad que con mucho efecto. Recitó un salmo que se
trataba acerca de la confianza en el Señor, un salmo que era justo todo lo
contrario al miedo, óptimo para la situación. Tres horas y media después salió
el demonio.
29 de agosto
Sólo tenía un demonio más, cuyo nombre era Dolor. Era un demonio mudo. También resistió durante más de horas sin dar el más
leve signo de posesión. Después de tres rosarios enteros, conjurándole al
acabar cada uno, por fin entró en trance. Salió enseguida y sin dar grandes
gritos. En esta sesión escribió:
Muy poco, últimos días
tranquilos, no os
preocupéis
Satán débil
seguir rezando es muy
importante la oración
[Yo le pregunté a Dios, mirando hacia el sagrario, acerca de
lo que debía hacer en varios casos de influencia demoníaca por los que estaba
rezando. La respuesta fue:]
Insistir
[y ese verbo dentro de un recuadro]
vas a tener más casos
tranquilo
demonios se esconden
atención al más simple gesto
pueden estar sin manifestarse durante mucho
tiempo
No hay nada que funcione siempre [para descubrirlos]
algunos no soportan las cruces en las partes donde ellos están.
Pero difícil saber.
Durante mucho tiempo la persona debe rezar.
Tranquilos, soy San Miguel
Rezar por Esther, ciegos
[Los padres de la amiga de Marta
seguían ciegos. Seguían sin querer admitir dónde estaba la
solución para el problema de su
hija]
Lo relativo a los demonios ocultos me lo dijo porque seguía siendo
mi mayor preocupación saber cómo descubrir ese tipo de casos. Me aterraba la idea de que alguien
acudiera a mí y yo le dejara marchar, enfilado ya de por vida hacia el camino
de fármacos y psiquiatras. La idea de que alguien confiara en mí, en mi
ciencia, y yo le fallara era algo que me resultaba difícil de aceptar. Pero
tampoco podía orar por cada uno que me venía a ver durante horas. Aquella
situación me incomodaba mucho, pero había que aceptar la realidad. Las cosas
eran como Dios las permitía, no como nosotros hubiéramos deseado. Pero lo que
Dios permitía era siempre lo mejor. Si
era difícil discernir ciertos casos, así debíamos aceptarlo puesto que de Dios
dependía la ordenación de las cosas. La demonología era una ciencia, no una
pequeña lista de consejos.
31 de agosto
Escribo estas líneas hoy,
bastante tarde en la noche. Pero es que me ha llamado por teléfono la madre de
Marta. Hemos estado hablando un rato. Una de las cosas que me ha comentado es
que antes de conocerme, un día volviendo hacia su casa se encontró con un paso
de Semana Santa que representaba a Cristo con la Cruz a cuestas, acabada la
procesión de Viernes Santo, iban a devolverlo a la sede donde lo guardaban.
Ella se quedó parada en la acera junto a mucha más gente que se había detenido
en la calle para ver el traslado. De pronto, al pasar justo delante se detuvo.
Y así estuvo un buen rato. Ella con los ojos fijos en el paso, tuvo la
intuición interior de pensar que aquello significaba que le esperaba un tiempo
de sufrimiento, un tiempo de cruz. Fue como si Dios me dijera que me esperaba
un camino muy duro, me dijo. Y así fue.
Otro hecho curioso fue que en una
ocasión la madre estaba rezando delante de una imagen de la virgen de Fátima en
una iglesia. Había un lampadario eléctrico allí, delante de la Virgen. El
lampadario tenía sus velas apagadas, salvo una. Una siempre queda encendida,
como bien sabemos los curas. Pues bien, de pronto, en medio de aquellas hileras
de velas apagadas, una comenzó a brillar. Nadie había allí, nadie había echado
dinero. Y, no obstante, la vela se había encendido. Este hecho aislado podía
parecer una casualidad sin mayor relevancia. Pero el mismo hecho se repitió en
otras cuatro ocasiones más. Y siempre al estar rezando delante de la Virgen. Concretamente, dos veces delante de la ‘Virgen
Milagrosa’ y tres veces delante de la ‘de Fátima’. Era como si la Virgen
le dijera que escuchaba sus intensas oraciones, que no se preocupara.
Sea dicho de paso, al marcharse
de delante de la Virgen Milagrosa veía que la vela se apagaba. Mientras que la
vela delante de la Virgen de Fátima seguía encendida. Cuando me contó esto
último sin darle más importancia, vi que aquello podía albergar un significado:
el
milagro sucede y pasa, el mensaje de Fátima sigue vigente. El milagro grande de la última sesión
pasaría, pero el mensaje de Fátima seguiría luciendo.
·
La realidad de la existencia de los
demonios, el Infierno y las posesiones demoníacas, frente a “teólogos
ignorantes y jerarcas presuntuosos”.
Vi una conexión entre el Mensaje
de Fátima y el caso de posesión de Zulema. Era como si la Virgen dijera: en
Fátima os mostré el infierno, ahora os muestro al Diablo y sus demonios. La
Virgen de Fátima mostraba la condenación, la Virgen de Zulema mostraba a sus
moradores infernales.
La madre de Marta era de siempre
muy devota de la Virgen de Fátima. En cada exorcismo ponía ella junto a la
cabeza de su hija una estampa de María bajo esa advocación. Era siempre la
misma estampa, ya vieja, arrugada, mordida por la posesa durante las sesiones.
Aquella estampa era un testimonio del paso de los meses, de la oración de un
año y medio. También me di cuenta -justo al escribir estas líneas que estás
leyendo- que el caso de Marta lo que mostraba
era el Poder del Rosario frente al Príncipe de las Tinieblas. En los
últimos cuarenta años se habían elaborado muchas teorías teológicas muy
eruditas acerca de los versículos de la Biblia en los que aparece el demonio.
Teorías muy eruditas para demostrar que en realidad no había demonio. A pesar
de esas teorías, a pesar de esas elucubraciones de despacho, nosotros teníamos
sobre esa colchoneta gritando y retorciéndose al demonio de verdad, no a una
hipótesis exegética sino a la Serpiente Antigua, al Homicida desde el
principio. Y frente a la sencilla verdad de que el Diablo existía, la sencilla
verdad del Poder del Rosario. La más
sencilla y humilde de las oraciones frente a la fanfarria aplaudida una y otra
vez de tantos teólogos en los que la oscuridad del error había penetrado. No
tengo la menor duda de que esos teólogos desmitologizadores no rezarían mucho
el Rosario. El Rosario es un modo demasiado simple de oración para
inteligencias tan cultivadas e ilustradas como las de ellos. Por eso el lado
oscuro penetró en sus corazones. Y
comenzaron a destilar libros de error, donde por el contrario debería haber
brillado la luz.
Todavía me acuerdo cuando fui a
ver a cierto gran eclesiástico para hablarle de un caso de posesión que entraba
en su jurisdicción. La conversación no me la hizo nada agradable. En cierto
momento, humildemente le respondía a un comentario suyo con un pasaje del
Evangelio: el relativo al poseso de Gerasa y la piara en la que entró el
demonio. El prelado se limitó a decirme que leyera el artículo de no se qué
prestigioso biblista, un apellido muy raro y extranjero del que no me acuerdo.
Me lo dijo en el tono del que desde un trono muy alto te dice: no voy a
discutir contigo, lee el artículo y verás que no hubo ni poseso, ni piara, ni
demonio. Y por supuesto no quiso entrar en hablar del versículo conmigo.
No sé los méritos que tendrá aquel exegeta para negar la posesión del
endemoniado de Gerasa, lo que tengo muy claro es que no habrá tenido a muchos
posesos delante retorciéndose sobre una colchoneta.
Otra cosa que el caso de Marta
debe recordar a todos los exegetas, y fíjense que digo "todos", es la
primera verdad a la hora de leer la Biblia: es la Palabra de Dios, y Dios no
dice mentiras. Cuando Dios nos dice que algo sucedió, sucedió de verdad. Y
sucedió tal como Él lo cuenta. No sólo el demonio no es un símbolo, sino que
todos los hechos históricos narrados por la Biblia, sucedieron. Y sucedieron
tal como se narran en esa Palabra Santa y Sagrada.
El veneno del demonio ha calado
en demasiadas inteligencias de biblistas. Quizá no haya parte de la Teología
donde más haya penetrado el error del Príncipe de las Tinieblas. También creo
que Dios se servirá algo de este caso del demonio, para mostrar el veneno que
él mismo inoculó. Porque si son verdaderos todos los pasajes bíblicos relativos
al demonio, con mayor razón lo pueden ser los que nos hablan de milagros y hechos
portentosos.
4 de septiembre.
·
El demonio Jaisander,
cuyo nombre significa: “el-que-negó-a-Dios”.
Expulsamos a un demonio cuyo
nombre era tan complicado de pronunciar que prácticamente era imposible. Le
preguntamos que qué significaba ese nombre que sonaba a algo parecido a Jaisander.
Dijo que “el-que-negó-a-Dios”. El
espíritu llamado Miedo también vino,
la posesa lo señaló en un lugar concreto de la capilla. Antes de cada sesión,
yo asperjaba con agua bendita todo el perímetro interior de la capilla
subterránea donde rezábamos, y pedía a Dios mientras hacía tal operación que Él
alejase a los demonios para que no pudieran ayudar a los que estuvieran dentro
de la posesa. Sin embargo, si alguien invocaba a los demonios para que
vinieran, entonces podían entrar. Y Satán dijo que Pablo en ese momento le
estaba invocando. Al final, asperjiendo con agua bendita en el lugar que me
indicó, bendiciendo hacia ese sitio con la Cruz y exorcizándole, marchó el
demonio llamado Miedo. Así nos lo
dijo Satán.
Sin la ayuda de ese demonio, “el-que-negó-a-Dios” no tardó en salir.
Estaba muy debilitado, no en vano llevábamos ya dos horas. Y otra vez volvió a
quedar Satán solo.
13 de septiembre
Los demonios manifestaron su presencia con gritos y sollozos
desde el principio. Los nombres de los demonios eran Tristeza, Separación, Perversión y Miedo.
20 de septiembre. Los demonios: “Insomnio” y “No”.
20 de septiembre. Los demonios: “Insomnio” y “No”.
Desde el principio de la sesión
se manifestaron los demonios cuyos nombres eran “Insomnio” y “No”. El primer demonio le había
provocado no poder dormir durante toda aquella semana. El segundo tenía como
nombre "No",
es decir, “el-que-ha-dicho-no-a-Dios”.
El primer demonio no tardó demasiado en hablar y ceder a nuestro
interrogatorio. Dijo su poca resistencia se debía a que era de poco rango. No
manifestaba demasiado furor ni contra Dios ni contra nosotros. Le pregunté una
cosa y dijo: ¡pero qué tonto eres! ¡Qué tonto! Y lo repitió varias veces como
con cansancio de ver lo necio que era yo. Pues mira, le dije, este tonto te va
a expulsar con el poder de Dios. Y le expliqué como era un desdoro para él que
un tonto le lograra expulsar. Ser expulsado por un sabio o un santo era menos
denigrante que ser expulsado por un tonto. El asunto no le hizo gracia. A mí
conforme se lo iba explicando sí que me hizo gracia. De hecho en un momento
dado mi explicación a aquel ángel rebelde fue tan graciosa, lo reconozco, que
no pude aguantarme la risa, ni tampoco la madre de Marta. El demonio también se
rió, poco, sin carcajada, de forma muy baja, pero rió.
Aquel demonio no había
manifestado furor contra nosotros, ni contra Dios, pronto nos había revelado el
nombre del otro demonio, no parecía muy peligroso. Así que le dije: que sepas
que de todos los demonios que han pasado por aquí me pareces el más simpático.
El demonio no dijo nada, aquella consideración mía era evidente que no le desagradaba.
Aquel demonio al fin y al cabo
era un ser libre, con inteligencia y voluntad, con algunos sentimientos, por lo
cual tuve la idea de decirle alguna cosa que le animara a querernos y salir
pronto. Pero al instante se me encendió una luz interior que me dijo: si él no
ama a Dios, que merece ser amado mucho más que tú, mucho menos os va a amar a
vosotros.
·
“Psi”, la letra griega, significa “Espíritu de
Dios”.
Así que opté sólo por orar y
ordenarle que saliera. Después de tres rosarios, estaba yo orando en lenguas
cuando de pronto comprobé con turbación que sólo me salía de la boca un sonido
hecho sólo con los labios y no articulado con la garganta, un sonido que sonaba
a un breve y repetitivo “psi”. Hubiera
querido orar otra cosa, pero de mi boca sólo salía ese bisbiseo en voz muy baja
que decía: psi, psi, psi... Estuve más de diez minutos diciendo eso. Yo pensaba
en mi interior: Señor, me siento ridículo ante todos por repetir esto que no
parece que pueda significar nada. Pero si Tú quieres que diga eso lo diré una y
otra vez.
Aunque ese psi, psi, psi a mí no
me sonaba a nada que pudiera tener un significado, sin embargo, le producía una verdadera tortura al demonio. Al final
salió. Y al siguiente demonio le pregunté cuál había sido la causa de que
saliera. Y repitió ese sonido que yo pronunciaba. ¿Pero qué significa?, le dije. “Espíritu de Dios”,
fue su respuesta. Aquel sonido me parecía que difícilmente podía
pertenecer a una lengua, así que le ordené que me dijera a qué lengua
pertenecía. No dijo nada. Entonces dije a todos que rezáramos un Avemaría para
que nos dijera a qué idioma pertenecía aquel sonido extraño. El demonio no dijo
nada, pero mientras rezábamos muy concentrados el Avemaría comprendí que era
griego.
El espíritu “No” era más maligno. Costó muchísimo más
sacarlo. Una de las cosas que más le atormentaba era mandarle que abriera los
ojos, después ordenarle que mirara al crucifijo que sostenía ante él y cuando
lo estaba mirando decirle: mira a Jesús crucificado, Jesús es afirmación. En
cuanto le decía que Jesús es la afirmación de Dios, retiraba atormentado la
vista y cerraba los ojos en medio de gritos de dolor. No resistía la visión del
Crucificado oyendo aquello.
Le ordené: Te ordeno que le mires
y recuerdes el momento de la crucifixión. Tú estabas allí. Pero ante mi
sorpresa, repuso: Yo no estaba allí. ¿Por
qué? No había nacido, respondió. Resultaba que aquel espíritu condenado
era humano. Los humanos condenados reciben un nuevo nombre tras la
reprobación eterna. Con este espíritu en concreto fue curioso que, al final
de la sesión, la posesa movía la cabeza de abajo arriba como asintiendo. San
Miguel le obligaba a asentir. Ironía: el demonio “No” se veía obligado a
asentir. San Miguel le obligó finalmente a salir.
Los demonios más fuertes no son
expulsados por el poder del exorcista. El exorcista los hace sufrir, los
debilita, pero tiene que ser un ángel enviado por Dios el que los expulse. En
este caso, como en otros, el mismo demonio fue hasta la cruz del altar y se
agarró a ella. Después se arrodilló sin soltar la cruz y allí estuvo más de
media hora. Al final salió, aunque estuvo todavía unos minutos cerca de la
posesa, a menos de un palmo de ella. Así nos lo indicó a la fuerza Satán. Hubo
que seguir rezando diez minutos más para que se marchara definitivamente.
El caso de “No” -un alma condenada superior en jerarquía a un demonio-
demostraba que había hombres réprobos que habían odiado más a Dios que algunos
espíritus rebeldes. La frase popular eres más malo que un demonio
resultaba ser cierta en algunos casos.
(Continúa en: Parte 5 de 6.- Exorcismo del 27 de septiembre)